LA JUNGLA 4.0

SINOPSIS: El detective John McClane se ve envuelto en una nueva aventura cuando se dispone a interrogar a u joven haker informático. El culpable de todo será un antiguo agente del FBI que, resentido con la organización, decide planear un monumental robo creando el caos a través de Internet. El veterano detective tendrá que poner en juego todos sus recursos para acabar con él.

COMENTARIO: En el año 1988 una película cambió por completo la concepción del cine de acción moderno. Con La Jungla de cristal no sólo se lanzó como gran estrella internacional a su protagonista Bruce Willis, sino que se logró crear un producto que, sin salirse de los márgenes del cine de acción, lograba ofrecer un espectáculo increíblemente funcional, bien manufacturado y entretenido. El éxito de la propuesta hizo que en 1990 llegará una secuela que, repitiendo los esquemas del original, resultaba algo más floja. A pesar de todo, para entonces John McClaine ya era todo un icono de la cinematografía mundial. En 1995 se estrenó la tercera parte, un título nada desdeñable que ofrecía una nueva vuelta de turca a la franquicia. Su éxito, no fue motivo suficiente para que Willis decididiera repetir con otra parte... hasta que más de diez años después, y necesitado de un éxito comercial, decidió volver a encarnar al personaje que tantas alegrías le había dado.
La jungla 4.0 es, y lo digo sin ninguna intención peyorativa, una absoluta ida de pelota. Su argumento es tan imposible, las acciones que protagoniza el héroe tan inverosímiles y todo tan desquiciado que, en todo momento, tenemos la sensación de que asistimos a una película absolutamente autoreferencial y paródica. En esta cuarta parte nada tiene ni pies ni cabeza, pero, y esto es lo más curioso, el conjunto funciona a la perfección.
Una de las principales virtudes de la cinta es que en ningún momento se toma en serio así misma. Todos los responsables son conscientes de que están ante un producto inocuo, creado únicamente para ofrecer espoectácularidad y secuencias imposibles a unos espectadores que asisten a un espectáculo que pasa, pese a sus más de dos horas de duración, como un suspiro.
Como producto cinematográfico es menos que nada; como entretenimiento es, simple y llanamente, una auténtica pasada. Y todos tan contentos.

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