jueves, 24 de enero de 2008

LOS CRÍMENES DE OXFORD



SINOPSIS: Martin es un joven matemático norteamericano que decide ir hasta Oxford para que el prestigioso profesor Artur Seldom le dirija la tesis. El huraño profesor se niega en redondo y deja en evidencia al muchacho ante todos sus compañeros. Todo cambiará unos días después cuando la casera de martin, que es amiga de Artur, aparezca muerta en su casa. Será el inicio de una serie de crímenes basados en planteamientos matemáticos.

COMENTARIO: Alex de la Iglesia es uno de esos directores que cuenta con el beneplácito de un amplio espectro de público, pero cuyas películas no acaban de ser éxitos redondos en taquilla. Si, se habla de el en todas las revistas, se le considera como uno de los grandes directores de nuestro país; pero a la hora de la verdad, todavía no ha logrado un taquillazo de esos espectaculares que le alce a la categoría de los Amenabar o Almodovar de turno. La explicación a todo ello reside en que el vasco tiene un universo personal y autoreferencial que, siendo realistas, se aleja considerablemente de los gustos mayoritarios del gran público que, no se muy bien por que, si paga por películas como Torrente o Al otro lado de la cama. De la Iglesia, en el fondo, es un freak que hace películas que a el le gustan. Yo, que soy otro freak, disfruto con ellas como un enano. Ello, empero, no es óbice para que reconozca que su discurso puede ser difícilmente digerible para un público más ortodoxo.
Dicho esto, comentar qué, para mi sorpresa, con este título de vocación internacional y holgado presupuesto (8 millones de euros) el realizador se ha querido domesticar (necesidad de taquillazo tal vez) y ha manufacturado una cinta donde la corrección es su principal razón de ser. La cinta es fría, de estética casi telefilmesca y, desgraciadamente, el estilo de la Iglesia sólo aparece con cuentagotas (cuando recrea las anécdotas e historias que Seldom explica a Martin -la de la mujer que asesina a su marido o la protagonizada por Alex Cox son sencillamente geniales- ). Lo lamentable del caso es que es precisamente en esos escasos momentos cuando la cinta alcanza sus mayores dosis de brillantez. Paradojas de la vida: el director se está conteniendo en todo momento y cuando logra dar rienda suelta a sus impulsos, logra ser brillante.
Por lo demás, una cinta entretenida, con un argumento original en su planteamiento pero con algunas partes francamente mal desarrolladas; sin ir más lejos, todo lo relacionado con el romance entre Elijah Wood y Leonor Walting. Por cierto, esta última parece únicamente puesta con la finalidad de mostrar sus, por otra parte extraordinarios, encantos al público.
¡Ah! se me olvidaba. El gran John Hurt da, simple y llanamente, una lección magistral de interpretación. Verle cambiar totalmente de expresión en facción de segundos es una gozada para los sentidos.
TRAILER

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